23 de agosto de 2011

Crónicas españolas: Se trata de no extrañar La Bristol

Érase un fin de semana que pintaba aburrido. Mi familia política se asoleaba en las playas turcas, nuestros amigos en las valencianas. Nosotros retozábamos en el sillón. Lo más acuático que nos rodeaba era el inodoro. Y no es que a alguien le apetezca visitar el inodoro sin razón. Bueno, excluyo a algunos hombres de mi familia, para los cuales ir al baño ya es un motivo de esparcimiento en sí. Bien por ellos!

Desde lejos me gritaba mi amiga Belén y su marido, que estaban entrando en España después de un viaje por Italia y Francia. Terminaban sus vacaciones en un pueblito de la Costa Brava, que son las playas que quedan al norte de Barcelona.

“A cuánto queda Begur de Madrid?”- le pregunté inocentemente a Ale en el sopor de la tarde del jueves. “7 horas aprox., por?”-me respondió, sin entender mi interés por la localidad de Begur. Solo faltó que le dijera que ahí estarían mis amigos ese fin de semana, para que pusiera en funcionamiento un hermoso plan chinoide, de esos que tanto le gustan.

Llamamos a 400 hoteles en la zona, ninguno tenía disponibilidad (Agosto es acá, como Enero en la Argentina, no queda nadie). Finalmente, gracias a la insistencia de mi querido esposo (yo ya me había abandonado al destino), encontramos un camping. No quedaban cabañas ni mobil-homes, solo parcelas. Con la parcela asegurada, nos faltaba la carpa.

Salimos en busca de la carpa (tienda de campaña) a las 17 hs del viernes. Carpa, colchonetas, mochilas hechas, víveres para las 7 horas de viaje. A las 4 am del sábado salimos hacia la Costa Brava. 7 horas y media después (aprecien el cálculo del plan chino, no es así nomás) entrábamos en el camping y colocábamos nuestra bella carpa. Era de esas que les soltás un seguro y paff! se abren solas, así que la mayor dificultad fue clavar las estacas y, mucho después, leer las instrucciones para plegarla de nuevo.

Pasado el mediodía nos hallábamos listos para ir a la playa a encontrarnos con nuestros amigos. “Encontré en internet una playita re linda y muy íntima”-dijo Alejo lleno de ilusión. Parece que a otros millones de turistas también se les había ocurrido buscar en internet, porque hasta nos encontramos con atasco en la cola para el parking de la playa.


La playa de Aiguablava y casi todas las demás de la Costa Brava, no son playas como las del Mar Argentino. Son más bien bahías pequeñas, “calitas” las llaman acá, a las que se llega por caminitos que bajan desde las rutas. Es una geografía con acantilados y muy verde. Y cada tanto, uno se encuentra con estas playitas, en medio de las montañas y la vegetación. Es precioso! El agua es muy azul, cristalina y, para mi sorpresa, bastante fresca. En algunas hay arena y en otras piedras.

En Agosto, en todas hay millones de personas. En el reducido espacio de arena de Aiguablava se aglomeraban unas cuantas decenas de bañistas con sus equipos playeros. Las horas anteriores al almuerzo (que acá es entre las 14 y las 15 hs) fueron las peores, se dificultaba llegar al agua sin levantar con los pies esas olitas de arena que tanto molestan a los que están tomando sol. Después, todo se relajó un poco y disfrutamos de una hermosa tarde de playa.


Además muy amena, sobre todo para los maridos, gracias a la cantidad y variedad de topless. El topless es algo normal en las playas españolas. No lo hace todo el mundo, diría que un tercio… obviamente que a uno le gustaría que ese tercio incluyera solo a las mujeres jóvenes y bellas, lamentablemente no es así. Más de un susto se llevaron los curiosos cuando salieron del agua y vieron bambolearse unos pechos fuera de época. Para todos los gustos. Lo que es yo, personalmente, no le veo la necesidad… Poca diferencia existe ya entre las mujeres españolas modernas y las fotos que salían en la National Geographic en el 1970. Estamos copiando actividades aborígenes. Vamos rumbo a los indígenas de nuevo?

Repuesto uno de los topless, todavía le queda lidiar con la gente que se cambia en la playa. Qué clase de personas va a la playa sin la malla (traje de baño) puesta? No tiene explicación posible. Sencillamente, la gente grande (en general la 3era edad es la que juega a esto) llega a la playa, se baja los pantalones y, luego de enseñarle su trasero y demás partes impúdicas a toda la playa, se pone su bañador. Es verdad que después de eso, el topless no parece la gran cosa, es como si simplemente olvidaran ponerse una parte.

En fin… alta diversión en la playa. Luego de unas cuantas horas de conversación ininterrumpida y algunos mates, nos separamos para acicalarnos antes de cenar. Unos se dirigieron a su hermoso hotel con vista a los acantilados y otros, al camping. Bueno, no me puedo quejar porque el agua salía hirviendo cuando me bañé y eso ya es algo.

A la noche cenamos en un restaurant precioso donde comimos especialidades españolas. Era buffet libre, así que los hombres se encargaron de dejar en peligro de extinción a los langostinos locales. Con las panzas llenas, salimos en busca del entretenimiento nocturno en el pueblito de Begur. No parecía estar en ningún lado, ni gente, ni joda. Ante la insistencia de mi amiga, (que declaraba una y otra vez haber visto fotos de vida nocturna) estacionamos el auto y nos metimos por las callecitas peatonales que llevaban al centro de Begur.

Grande fue la sorpresa cuando empezamos a encontrar gente y diversión a la vuelta de la esquina. Todo el pueblo y sus alrededores parecían haberse congregado en las pocas cuadras que conformaban el centro. Las mesitas de los cafés y bares que daban a la plaza estaban abarrotadas. Una orquesta de jóvenes tocaba canciones locales mientras la gente no se animaba a dar comienzo a los bailes. En un abrir y cerrar de ojos se habían formado varias rondas de personas que empezaron a bailar danzas típicas, solo comparables con las de los griegos. Los círculos se agrandaban y se achicaban, giraban para un lado y para el otro, y al final de cada baile, gritaban todos juntos alguna palabra incomprensible. Nos sentamos en una mesita a tomar sangría mientras contemplábamos la maravilla de espectáculo. La gente parecía divertirse, aunque no supieran bien los pasos, y nosotros con ellos!


El día siguiente también comenzó en la Playa de Aiguablava, pero esta vez decidimos hacernos los aventureros e ir en busca de otras “calitas”. Nos recomendaron dos, una que no nos gustó demasiado, no había arena, solo piedras. La otra resultó hermosa, llamada Sa Riera. Mucho más amplia pero también en forma de bahía, con casitas de colores enclavadas en las montañas que nos rodeaban y barquitos blancos ondeando con las olas. Otra tarde de playa, de topless y de mar.

Quisimos sacarnos una foto los cuatro, le pedimos a un pelado que tomaba sol junto a su novia. En cuanto el muchacho calvo accedió, saltó como un trampolín la novia diciendo que ella nos acomodaba para la foto. Obviamente, estaba en topless. “Tú te pones aquí, y tu allí…”- nos daba instrucciones la joven libre de corpiños. Inclusive se acercó a Beli a decirle que tenía un bonito cabello y se lo peinó un poco. Sin terminar de entender qué papel jugaba la chica semidesnuda, e intentando contener la risa, salió la foto. Si habremos quedado en estado de shock que caminamos unos 20 minutos en la dirección incorrecta, sin encontrar el auto.


Con solo un poquito de la tristeza de las despedidas y maravillados de haber podido encontrarnos en tan remoto lugar, nos echamos a la ruta para volver a Madrid. 7 horas y media después, y una breve parada en Mc Donalds (angustia fue descubrir que en mi pedido para llevar se habían olvidado mi Big Mac… ah la desdicha!), llegamos a casa. Agotados pero felices de haber pasado un fin de semana inolvidable… aunque ahora suframos el hostigamiento de nuestros maridos para que hagamos topless. Lo que hay que vivir!

22 de agosto de 2011

Crónicas españolas: Bienvenidos al segundo mundo

Cuánto me gustaría que España fuera el primer mundo! En una clasificación tradicional de “primer mundo” o “tercer mundo”, definitivamente entraría en el primero. Pero me parece demasiado amplia. Si fuera por mí, habría cinco “mundos”. Y España no sería el “primero”, sería el “segundo”.

Tiene algunos problemas. Quién no? Un poquito de economía, otro de educación (sobre todo, teniendo en cuenta la cantidad de razas que hay acá mezcladas), un tanto de soberanía y una pizca de “cojones”. Nada que no se pueda solucionar. Nada digno de una revolución, ni de pasarse al régimen comunista que tan bien le funciona a Cuba.

Pero, si de reivindicaciones y revoluciones hablamos, acá tenemos a los indignados. No saben bien qué es lo que quieren, están un poco aburridos. Los hay antiabortistas, ecologistas, anarquistas y progresistas. Se embanderan con términos como “Revolución social”, “Ir contra el sistema” y “democracia justa” que no sé lo que significarán. Qué corno se supone que es el “sistema”?

Y yo también estoy indignada! Y les voy a dar un tema para indignarse: Ver películas y series dobladas al español. Eso sí es inaceptable, innegociable, imposible. Que pasa con la sociedad española? No se dan cuenta que la mafia del doblaje los está controlando y no quiere que ustedes aprendan, finalmente, algo de inglés? No es ese un “sistema” contra el que vale la pena luchar? Parecería que no. El 98% de los cines en España pasan las películas dobladas. Los que tienen las versiones originales, son pocos, feos y casi sin inclinación… asunto altamente importante para una persona de baja estatura como yo. Pero, no estoy sola, me apoya la familia real. Tanto que se los ha visto a el príncipe Felipe y a Letizia en el mismo cine al que vamos. Que nivel, por favor! Eso sí, que no me toque su majestad adelante mío, porque no voy a ver nada.

Otro asunto que me ha llamado la atención durante este verano español: los uruguayos. Están metiéndose lentamente en la intrincada red de esparcimiento madrileña. Controlan las piletas. No hay piscina (como dirían acá) que no tenga un guardavidas uruguayo. Vienen de la banda oriental y están ahí, controlándonos, decidiendo quién vive y quién se ahoga. Es insólito. No le temamos a los chinos, he aquí un verdadero problema.

Después ya hay temas que yo, personalmente, necesitaba aclarar. Temas que parecen de película. Yo pensé, tenía entendido, que a la gente de raza negra no se le podía decir “negro”. Tampoco sabía cómo decirles. Ni “moreno”, ni “morocho”, ni “de color oscuro”, parecían aplicarse correctamente. “Afroamericanos”? No, no estamos en América. Eran una raza innombrable para mí, como Voldemort. Tampoco es que hubiera tenido demasiada necesidad de nombrarlos. En Argentina, México y Perú, no abunda la raza negroide. Pero llegué a España. Acá los hay. Cómo les llaman? Negros. Ajá… Me han simplificado la vida, gracias.